Para cuando llegan las respuestas, la pregunta ha caído porque has aparecido, como siempre y desde siempre, por cualquier lugar donde puedas pasar desapercibida.
Tu sombra menuda deambula por todos los pasillos de los jueves o de los lunes, o de cualquier día que no te comprometa a salir de tu zona de lucidez.
Apareces y se derrumban los muros y los enigmas que me sirven de escondite todos los días que no estás. Me miras y me siento desnuda. Me has quitado todo lo que no me quedaba.
Has descubierto que se me ha caído la pregunta. Burlona.
¿Quieres que se pierda o que la encuentre y siga con ella hasta que vuelvas?
Te da igual.
Ya te vas
y te has llevado pegada al cuerpo la única respuesta
que repito y olvido como parte de un ritual.