viernes, 13 de septiembre de 2013

Café con amapolas

Sarta de locuras hechas jamás imaginadas,
Palabras de mi otro yo vagabundean por tu mente,
Engaños y verdades habladas al revés,
Crean un conflicto emocional.

Café y amor jamás van de la mano,
Lindas amapolas que le dan vida a mi ser,
Similitud exacta de mi figura ante ti,
Esencia adictiva que impaciente has de probar.

Catalogas a mi alma indecisa como nula,
La misma que anhela saberte suyo,
Ahora suyo, mañana de mí,
Para recordar el viaje...


Ajenos

…y en ese instante, mi mente se aceleró y mi corazón retrocedió a mil por hora pasando rápidamente por cada palabra, cada beso, cada caricia. Sus ojos, su risa, su cabello  peinado y su maletín negro, eran los mismos. Él era el mismo que conocí aquella noche por casualidad, pero hoy  tenía un aire distinto, hoy no era conmigo.

Le tomaba de la mano y caminaban. Volteé la vista al frente. Traté de esperar, de esperar no sé que cosa.

Este era el punto final.

Entonces miré frente a mí, al hombre que había marcado mi vida en todos los sentidos, con el que aprendí a amar y al que quise amar, al que me enseñó a mirar a través sus ojos y al que le dio sentido a mi piel.

Pero ya no había ni cenizas de nosotros, ni palabras, ni besos, ni miradas.

Quise salir corriendo de aquel lugar y llorar, llorar y gritarle al destino las groserías que no se han inventado. Desgarrarlo, escupirle en la cara y matarlo.

Permanecí quieta en mi asiento, quemando sentimientos, viendo a unos enamorados que se sentaban delante de mí.