Para cuando llegan las respuestas, la pregunta ha caído porque has aparecido, como siempre y desde siempre, por cualquier lugar donde puedas pasar desapercibida.
Tu sombra menuda deambula por todos los pasillos de los jueves o de los lunes, o de cualquier día que no te comprometa a salir de tu zona de lucidez.
Apareces y se derrumban los muros y los enigmas que me sirven de escondite todos los días que no estás. Me miras y me siento desnuda. Me has quitado todo lo que no me quedaba.
Has descubierto que se me ha caído la pregunta. Burlona.
¿Quieres que se pierda o que la encuentre y siga con ella hasta que vuelvas?
Te da igual.
Ya te vas
y te has llevado pegada al cuerpo la única respuesta
que repito y olvido como parte de un ritual.
Diario de una utopía
martes, 31 de diciembre de 2019
lunes, 30 de abril de 2018
Desde nuestro jardín: Carta 4
21
de junio de 2016.
Ayer
me dormí a las siete de la tarde. Me sentía un poco desganada, quizás es un
poco de todo; quizás es un todo de ti.
Te
soñé. Otra vez. Nos soñé en Colima; llegabas un jueves sin aviso y querías
quedarte, y yo sirviendo la mesa volteé a verte y te sonreí, como si con eso
lograra que cada día quisieras quedarte uno más.
Me
levanté con ganas de verte. Otra vez. Pero fue distinto; tuve el presentimiento
de que si te llamaba para decirte que comiéramos juntos, me dirías que sólo si
te dejaba invitarme. O algo así. Y ahí estoy yo, segura de nada, marcando sin
planear las palabras. Y luego tú, quedando de llamarme en un mejor momento. Y
entonces nada. Las ocho, las nueve, el café, el tráfico, la oficina, los
e-mails, las llamadas (que no son tuyas), la comida, las cuatro, las cinco, el
buzón vacío en la pantalla, las seis… y luego el arrepentimiento de esta
empecinada intuición.
Después
caigo en lo que dice en Popol Vuh: “Quien elige el camino del corazón, no se
equivoca nunca”. Estoy satisfecha.
Te
quiero, G.
sábado, 3 de marzo de 2018
Desde nuestro jardín: Carta 3
16 de junio de 2016
Estas últimas semanas he visto más películas de las que había
visto en los últimos tres años. Ya me leí “Germán y Dorotea”, Germán me recordó
mucho a ti: hombre bondadoso, hogareño y bien parecido. Me lo imagino con tu
barba.
En estos casi dos meses mis estados de ánimo han estado jugando
conmigo; soy una ensalada de emociones. Tengo mi mantra pegado frente al
escritorio y todas las mañanas lo repito: “Yo decreto aquí y ahora hacer reinar
permanentemente el amor, la paz y la alegría, en mí y alrededor de mí, para mi
más alto beneficio y el más alto beneficio de todos. Yo cancelo, disuelvo y
transmuto cualquier energía discordante que se acerque a mi vida; sólo la luz
puede acercarse. Hecho está. Hecho está. Hecho está”. Y luego, unas palabras al
universo: “Lo siento, perdóname, te amo, gracias”.
Hace poco me hice una prueba de sangre para asegurarme de que no
me siga persiguiendo esa terca anemia, pero parece que me ha perdido el rastro.
He estado yendo al dentista, ya casi me vuelven a poner los fierros en la boca,
como cuando me conociste.
Hoy estaba hablando de ti con individuo (a) X y me dijo: “Tú
necesitas a alguien que no le tema a la guerra, que luche, que no se rinda en
la primera batalla. Él ya se había ido una vez y mira ahora, mírate, te has
vuelto a quedar así”. Me golpearon sus palabras y lloré, pero no me hicieron
quererte menos.
¿Te acuerdas de “Tengo un plan” de Moragues? “Yo le prometí que me
quedaría en su jardín y le fabricaría sueños para dormir, yo le prometí que le
daría motivos para reír y nunca más tendría que volver a huir… y menos de mí”.
Volvería a amarrarte a la cama.
Te quiero, G.
domingo, 11 de febrero de 2018
Desde nuestro jardín: Carta 2
29 de mayo de 2016
Domingo.
¿No te parece el día de la semana más nostálgico?
No me gustan los domingos, prefiero los lunes que nadie quiere; para quedármelos, consolarlos y hacerles entender que son el inicio, la nueva oportunidad, las ganas de seguir…
Los domingos, en cambio, son los planes a medio terminar, las despedidas, las ganas de llorar a las seis de la tarde, las cenizas de los bailes y tú. Son nostalgias disfrazadas que llegan con el ocaso y terminan donde tus piernas; entre las sábanas y las canciones de Cerati, entré el té y la mirada de dos enamorados, hasta las trancas, tocándose las manos y descubriendo la certeza en los ojos del otro.
Te echo mucho de menos. No, no: te echo de más. Porque, ¿qué es echar de menos? Pareciera que es cuando el tiempo va haciendo más pequeño el amor. Te echo de menos es “te siento menos”, “te pienso menos”, “te quiero menos”. Yo te echo de más porque estás cerquita en las mañanas, con el café; en mi mantra, en mi corazón, en mis letras, en mí.
Te quiero… más.
Podría decirte que estoy a tus seis, pero no puedo, aunque quiera, porque uno no puede proteger con sus manos a quien se encuentra lejos; no conoce los monstruos que le acechan.
Estoy a tus tres. Mira a tu lado.
sábado, 27 de enero de 2018
Desde nuestro jardín: Carta 1
25 de mayo de 2016
Hace casi un mes que terminó, un mes que me ha parecido un año, o dos.
Le doy la razón a Neruda con eso de que el olvido es muy largo, pero le refuto la
idea de que el amor es corto; el amor es largo, pero nuestras expectativas
difíciles de alcanzar. Aquello de lo que nos enamoramos se convierte, de pronto
y sin aviso, en aquello que queremos cambiar de la otra persona; qué irónico. Las
relaciones humanas son muy difíciles, dirías tú. Somos individuos complejos, en
constante cambio; que se equivocan, aman, aprenden y perdonan.
Últimamente al despertar me viene un recuerdo a la cabeza, muy nítido
pero lejano. ¿Te acuerdas de lo que platicamos una noche en el bar que está por
la de Galeana? “Si esto resultase ser un sueño, no vamos a demorarnos en
buscarnos al levantarnos; te llamaré y te diré: te soñé. Y sabrás que sucedió”. Me enjabono, me enjuago y pienso, pienso
que te he querido tanto que me inventé esta historia para sentirte cerca. Y
recuerdo, lo que sea que recuerde: he estado allí a tus 3, 6, 9 y todo lo
demás; diciéndote que te asomes por la ventana del apartamento a ver el cielo
que hoy se ha pintado bonito, y me descubras abajo, mientras me tapo el
sol de la cara, sonrío y te saludo levantando la mano.
Cada 28 de agosto te
recuerdo, aunque no siempre podamos coincidir. En el bosque, en el mar, en la
cama, en el jardín; yendo y viniendo, amándonos y dejándonos. Y el hilo no se
rompe.
He decidido escribirte hoy porque los últimos tres días te he soñado y
he tenido muchas ganas de verte. Escribirte me calma.
Pd: El amor cura. He estado leyendo acerca de Ho oponopono; es un arte donde,
cada vez que sucede algo que nos duele, podemos pedir en una oración que “por
favor sea sanada la parte de mi mente que creó este problema”, y repetir mentalmente
“Lo siento, perdóname, te amo, gracias”, dirigido a la divinidad. Debes hacerlo
con actitud de serena alegría. Ya lo he puesto en práctica y me da mucha paz.
Me gustaría que lo hicieras también.
Te quiero mucho.
jueves, 15 de junio de 2017
La última escena
Te he visto. Al frente mío y detrás de la línea divisoria que
determina que te has convertido en lo que nunca quisiste, pero por lo que
siempre clamaste.
Tus zapatos bien limpios y los ademanes que te hacen parecer
políticamente correcto, me dicen que continúas en donde no perteneces.
Y yo afuera.
miércoles, 14 de junio de 2017
II
James no la conocía, pero se reía con ella. Le resultaba curioso
que se pareciera a la protagonista de la película japonesa que había visto a
los nueve. Se sonreían en la mesa redonda, donde ya estaba yo poniendo la fruta
y dándome cuenta de que su belleza lo transportaba.
Salí.
Al patio.
A sentarme en mi silla de madera.
Y James salió después, y se
sentó a mi lado.
Me dijo: "Nadie que no
lleve tu nombre".
Tete se depidió a lo lejos
con su bolso de
trapo colgando.
Y lo supe.
lunes, 5 de junio de 2017
En busca
Me dirigía a mi abuela. Ella
estaba en un cuarto de hospital. Yo subía las escaleras con una niña pequeña en
brazos. No era mía, pero necesitaba de mis cuidados. Entraba a un cuarto donde
no encontraba a mi abuela. Y la niña reía, y yo fui solidaria. Me dormí y
desperté dentro del sueño todavía. Y buscaba a mi abuela, la buscaba por los
pasillos. Y me topé con Aurora. Ella sí la había encontrado. Y me dio
indicaciones, no de buena fe, para llegar a un cuarto de hospital que nunca
nadie vio.
domingo, 23 de abril de 2017
jueves, 5 de mayo de 2016
De quien te admira
"Ya llegará el tiempo de no tenernos y espero hasta ese día haber disfrutado lo suficiente de ti y llevarte fuerte dentro de mí". E.G.
Te deseo pájaros azules en primavera que le den a tu corazón una canción para cantar. Y luego un beso, pero más que eso, te deseo amor.
Te deseo pájaros azules en primavera que le den a tu corazón una canción para cantar. Y luego un beso, pero más que eso, te deseo amor.
Y en julio, una limonada que
te refresque en el frondoso bosque. Te deseo salud. Y más que riqueza, te deseo
amor.
Mi corazón roto y yo
acordamos que tú y yo ya no podemos ser. Así que con mi mayor, mi mayor
voluntad te dejo libre.
Te deseo refugio para la
tormenta, una cálida fogata que te mantenga tibio. Pero más que todo, cuando
caiga la nieve, te deseo amor.
Y más que todo, cuando caiga
la nieve, te deseo amor.
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