martes, 22 de marzo de 2016

¿Dónde estás, Mauri?

Ayer me cayó la noticia de golpe, hice una pausa y una llamada. La noticia se cayó al suelo junto con las lágrimas. Que no podía ser cierto, que no quería que lo fuera, pero lo era y lo es.

Mangee Kanyakumari, ¿a dónde fuiste? ¿dónde te metiste, mujer? ¿por qué ya no estás si hace poco estabas? Tu gente está preguntando por ti, ¿qué les digo? ¿qué me digo?

Desperté con los ojos hinchados y era martes. ¿Lo había soñado? Todos escribieron sobre tu partida: era cierto. Ya habías cruzado la línea más delgada. Me puse a pensar en los cafés a los que ya no íbamos a ir para platicar del cómo fuimos dejando de ser niñas y nos fueron naciendo alas. Me puse a pensar en las cervezas que ya no nos íbamos a tomar, en los consejos que ya no nos íbamos a dar, en las canciones que no íbamos a cantar cuando nos encontráramos una tercera vez, cuando fuéramos amigas.

Nos faltó tiempo y nos sobraron ganas de conversar, pero nos estamos viendo para recuperar el tiempo perdido.

Buen viaje, mandarina.